El café es la bebida más popular entre los alemanes, incluso por delante de la cerveza y el agua mineral. Según datos de 2023, en Alemania se consume más café que nunca. Sin embargo, pocos saben realmente cómo se cultiva y se establece el precio del café.

Cosecha de café

El café es un arbusto perenne originario de Etiopía, cuyo cultivo es un proceso largo y exigente. La planta tarda entre tres y cuatro años en florecer por primera vez, lo que significa que antes de ese tiempo no produce frutos. A nivel mundial, las variedades más cultivadas son el Arábica y el Robusta, aunque en Costa Rica solo se permite el cultivo de Arábica debido a su calidad superior.

Una fruta del café está madura cuando adquiere un color rojo oscuro. Cada fruto, conocido como cereza de café, contiene dos granos de café. Sin embargo, no todas las frutas maduran al mismo tiempo, por lo que cada arbusto debe ser cosechado hasta tres o cuatro veces en una temporada. Este trabajo se realiza a mano, principalmente por trabajadores temporales, en su mayoría provenientes de Nicaragua, para quienes esta actividad representa una fuente vital de ingresos.

El pago se realiza por kilo de cerezas recolectadas. Un recolector que trabaja rápido y sin descanso puede ganar entre 20 y 30 euros al día, dependiendo de cuánto paga la finca por cada „cachuela“ (canasta de café), lo que equivale a recolectar aproximadamente 180 kilos de cerezas de café al día. Cuanto más se recolecta, mejor es el ingreso, lo que lleva a muchos trabajadores a recolectar durante toda la semana, incluso los domingos, su día de descanso.

Dado que los recolectores pasan varios meses en las fincas, muchas veces traen a sus hijos con ellos. Esto implica que, una vez que los niños tienen edad suficiente, también participen en la recolección. Bajo el sol, la lluvia y en terrenos empinados, estos niños trabajan hasta 10 horas o más al día junto a sus familias, enfrentando las mismas duras condiciones que los adultos.

Este proceso arduo y poco conocido está detrás de cada taza de café que disfrutamos, recordándonos la importancia de valorar y apoyar un comercio más justo y sostenible.

Venta del café

El café en la región de San Andrés de León Cortés, donde se encuentra la Finca VISIONEERS, se cosecha entre finales de octubre y febrero. Actualmente, los granos de la finca, al igual que la mayoría en la región, se venden de la manera más común pero también la menos rentable para los caficultores: las cerezas de café completas se entregan a intermediarios, conocidos como „cooperativas“.

En las cooperativas, los granos se mezclan, se pelan, se tuestan y luego se exportan. Los productores no tienen control sobre dónde terminan sus granos ni cómo se utilizan, y el proceso de fijación de precios es opaco. Los caficultores y recolectores reciben una compensación insuficiente por su arduo trabajo, a pesar de ser quienes llevan a cabo las tareas más exigentes de cultivo y cosecha.

Una realidad desafiante para los caficultores locales
Hablamos con Ronald, un experimentado caficultor de San Andrés que cultiva café en unas 42.000 m², lo que lo convierte en uno de los productores más grandes de la región. Sin embargo, incluso para él, las dificultades económicas son evidentes. La región depende casi exclusivamente del cultivo de café, con más del 90% de la población involucrada, principalmente en pequeños productores.

El año pasado, Ronald cosechó aproximadamente 36.000 kg de café, generando unos 27.000€ en ingresos brutos, lo que equivale a 0,75€ por kilo de café. Este ingreso no es ganancia, ya que debe cubrir los costos de recolección y los gastos operativos de todo el año. En comparación, el año anterior obtuvo 10.000€ más, lo que demuestra la volatilidad del mercado del café.

Para sobrevivir, Ronald también cultiva aguacates, que a menudo se plantan como árboles de sombra entre los cafetos. A pesar de sus esfuerzos, la incertidumbre persiste: Ronald aún no sabe cuál será el precio del café para la próxima cosecha.

Este panorama refleja la dura realidad de los caficultores locales, quienes, a pesar de su arduo trabajo, enfrentan ingresos inestables y precios que rara vez reflejan el esfuerzo y los recursos invertidos en la producción de café. La situación exige soluciones más justas y sostenibles para garantizar un futuro digno para los productores.